Decidme vosotros que buscáis el don de lo infinito en vuestro ansioso anhelo y que mansos os sentaros silenciosos a la orilla de la mar esperando escuchad el canto de quien eleva sus alas desde su propia cumbre.
A quien esperáis impacientes como centinelas de un nuevo día, a quien savia de mi savia aguardáis en vuestro océano de dudas, es a mí a quien buscáis en la vigilia de vuestros sueños.
Es a mí a quien ansiáis en vuestro llanto y en vuestra risa, reunidos a la espera que mis manos acaricien vuestra necesidad, aquella que clama a gritos vuestro profundo desabrimiento...
Fragmento del libro "Las huellas del maestro"...
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